La vida es un río en constante flujo, y nuestras circunstancias cambian como las estaciones del año. A veces, nos aferramos a lo conocido, a lo seguro, a lo que ya hemos probado. Pero ¿qué pasa cuando la insatisfacción te envuelve con su áspera manta y se instala en tu corazón como un huésped no deseado?

Nos encontramos en una encrucijada: seguir haciendo lo mismo o aventurarnos hacia lo desconocido. La comodidad nos dice que permanezcamos igual, que ahí se está bien. Pero ¿acaso no es la insatisfacción un grito desesperado por algo más? Quizá sea un síntoma que aboga por un cambio, por una transformación.

Aprender de los obstáculos y errores es la clave. Cada tropiezo, cada caída, nos brinda una oportunidad para crecer. La verdadera satisfacción no está en lo que poseemos o en lo que logramos, sino en la libertad de ser quienes somos.

La satisfacción de un pájaro radica en el simple acto de extender sus alas y desafiar la gravedad. Así también, nosotros podemos encontrar esa satisfacción en la exploración, en el cambio, en la búsqueda constante de todo lo que nos hace sentir vivos.

Miguel A. López Molina

26/04/2024