A lo largo de mis años en el ámbito laboral, he sido testigo de la transformación de equipos, la evolución de estrategias corporativas y el continuo cambio en el panorama de los negocios. Sin embargo, más allá de esos métodos y estrategias, he llegado a comprender que la clave del éxito radica en las personas y en las relaciones humanas que construimos en el camino.

Dando por sentado la inmensa variedad de matices que hacen única a cada persona, he observado cómo destacan ciertos patrones de carácter, pensamiento y comportamiento. Por supuesto, reconozco que las interacciones laborales (y personales) son muy diversas y, en muchas ocasiones, desafiantes y controvertidas. Aún así intentaré explicar con un pequeño relato los cuatro principales rasgos de personalidad y cómo adaptarse para mejorar la comunicación y el entendimiento. 

Permitidme presentaros a Fran, un profesional que se desenvuelve en una gran empresa. Para Fran, una de las tareas más importantes, sino la más crucial, es gestionar las relaciones con sus compañeros.

Descubriendo los 4 rasgos de personalidad 

En su grupo de trabajo, Fran se encuentra con Isabella, una líder nata y dinámica que dirigía al equipo con solvencia y rendimiento. Sabiendo que debía adaptarse, Fran aprendió a ser conciso y directo en sus comunicaciones con ella, valorando su tiempo y cumpliendo sus instrucciones con exactitud. 

También se encontró con Lucas, el corazón social de la empresa, rebosante de vida y entusiasmo. Con su carisma y su optimismo, Lucas transmitía energía positiva. Fran se esmeró por adoptar una actitud cordial y expresiva, compartiendo las vivencias de Lucas y disfrutando de su alegría contagiosa.

La siguiente personalidad que atrajo la mirada de Fran fue Patricia, la meticulosa del equipo. Con su temperamento sereno y equilibrado, Patricia perseguía la excelencia en cada detalle. Fran se ajustó a su modo, siendo cuidadoso y minucioso en sus intercambios, demostrando habilidad y rigor.

Finalmente, Fran se encontró con Samuel, el emotivo del grupo, sosegado y pensativo. Apreciando la cercanía y la seguridad emocional, Samuel era empático pero también reservado e inseguro. Fran aprendió a ser calmado y respetuoso, brindando apoyo emocional para crear un ambiente de confianza y tranquilidad.

A medida que Fran interactúa con estas personalidades, comprende que, al igual que en la vida, cada individuo en la empresa tiene una combinación única de rasgos que moldean su carácter. Sin embargo, siempre hay uno que sobresale, marcando la diferencia.

Las lecciones extraídas eran evidentes:

En primer lugar, valorar la diversidad resulta fundamental en el ámbito empresarial. Cada personalidad aporta algo útil y diferente, permitiendo que el equipo pueda funcionar de manera más efectiva al reconocer y respetar esa diversidad.

En segundo lugar, ajustar la comunicación se demuestra como una destreza vital. Fran entendió que cada individuo tenía su propio idioma único, y que para conectar mejor, resultaba necesario aprender a hablar ese idioma, adaptando el mensaje a las necesidades y preferencias de cada persona.

Finalmente, Fran descubrió que fomentar la empatía es el secreto para lograr la armonía en el clima laboral. Ponerse en el lugar del otro y comprender diferentes puntos de vista resulta imprescindible para mejorar las relaciones y evitar conflictos innecesarios. La empatía se convierte en el instrumento esencial para entender a los demás y a uno mismo.

“No importa cuán brillante sea tu mente o estrategia, si estás jugando solo, siempre perderás ante un equipo”

Reid Hoffman

Miguel A. López Molina

15/12/2023