Un blog de Miguel Ángel López Molina miguel@ylogica.com
“Es el momento en que la inclusividad termina excluyendo, los “anti” se unen para dividir, y la confusión se convierte en la única certeza”
Miguel A. López
Fotograma: "The Show must go on" Queen
Dicen que el mundo está dividido, pero yo diría que más bien está hecho añicos en pequeños fragmentos de confusión. No es solo que, como Rambo, sintamos que "estamos rodeados" de extremistas, sino que ahora padecemos la fascinante guerra de los "anti".
¿Y…anti qué, exactamente? Bueno, eso depende del día.
Creo que todo comenzó con buenas intenciones: antirracismo, feminismo, ecologismo, derechos LGBTI, y otros. Pero la inclusividad tiene sus límites, y llega el momento en que todo se banaliza y difumina:
El ecologismo, antaño dedicado a salvar ballenas, ahora consiste en influencers verdes que tiran salsa de tomate sobre pinturas famosas. ¿Salvar el planeta? Claro, saquémonos selfis con paneles solares de fondo.
El feminismo pierde identidad y el movimiento abortista tampoco se salva. Por no saber, no saben en qué semana se acaba un feto y empieza un bebé.
Las ONG y los pro-inmigración parecen más anti-españoles que otra cosa. Porque, claro, ser negro, marroquí o hispano te convierte mágicamente en alguien más necesitado de subsidios. Mientras tanto, los autóctonos miran desde las sombras, preguntándose si deberían emigrar ellos mismos para conseguir una ayuda decente. Y lo irónico de todo esto es que ser inclusivo suena genial, hasta que te dicen que van a alojar a 200 refugiados en tu pueblo.
Con tanto enredo, no sorprende que todo se radicalice. Basta con ver los resultados electorales en Estados Unidos, donde buena parte del país ha decidido votar en contra de lo que representa hoy el partido Demócrata.
El Partido Republicano ha decidido que, ya que están en la mierda, mejor abrazarla con entusiasmo. Han resucitado lo peor del "Tea Party" con un toque de telebasura. ¿El resultado? Un tipo que es pro-armas, pero llora cuando le disparan; cristiano de nombre, pero que paga prostitutas como quien compra café en el Starbucks. Ah, y no olvidemos su detallito de ser legalmente condenado por desfalco fiscal, porque, claro, ser ladrón también es parte del show.
Y, mientras nos entretenemos con estas guerras y extremismos, los problemas reales siguen ahí, esperando a que alguien los tome en serio. Pero, para ser sinceros, ¿quién tiene tiempo para eso cuando el espectáculo es tan entretenido?
Miguel Ángel López Molina
15/11/2024
© Derechos de autor. Todos los derechos reservados.
Necesitamos su consentimiento para cargar las traducciones
Utilizamos un servicio de terceros para traducir el contenido del sitio web que puede recopilar datos sobre su actividad. Por favor revise los detalles en la política de privacidad y acepte el servicio para ver las traducciones.