Un blog de Miguel Ángel López Molina miguel@ylogica.com
¿Alguna vez has sentido que estás al borde del precipicio? ¿Que un paso en falso podría hacerte caer en el vacío? Así es como se sienten muchas personas en estos tiempos difíciles. Una pandemia nos ha sacudido como nunca, y nos ha dejado una herencia en forma de herida profunda en el alma.
Pero esa inquietud y angustia no es solo una percepción o un desequilibrio de nuestra mente, es sobre todo una respuesta a la locura que nos rodea
Sabemos que el trabajo nos estresa, que la vida diaria nos agobia, que el móvil nos esclaviza. Sabemos que la tecnología nos ha quitado la paz y la reflexión, además de que nos ha hecho dependientes de la información y nos lleva a una sobre exposición constante ante los demás. Sabemos que las redes sociales nos atrapan y nos hacen compararnos con el resto.
Sabemos todo esto, pero no podemos escapar tan fácilmente
No sabemos exactamente qué nos provoca esa ansiedad, pero sí cómo nos afecta. Nos hace sentir miedo, temor e inquietud ante situaciones que nos superan o nos amenazan. A veces es normal tener estos sentimientos, pero cuando se vuelven constantes e incontrolables, estamos ante un verdadero problema.
Pero os puedo asegurar que no estamos solos, ni somos los únicos en esta situación. Somos parte de esos millones de personas en el mundo que sufren algún tipo de trastorno de ansiedad, una epidemia silenciosa que la pandemia ha agravado.
Y, ¿Qué podemos hacer para combatir la ansiedad? Lo primero sería cambiar radicalmente nuestro estilo de vida. Es cierto que esto es fácil decirlo, pero no tanto hacerlo. No resulta fácil cambiar algo cuando hemos sido nosotros los que nos hemos puesto al “borde de un ataque de nervios”
Sabemos que el trabajo nos estresa, que la vida diaria nos agobia, que el móvil nos esclaviza. Sabemos que la tecnología nos ha quitado la paz y la reflexión, además de que nos ha hecho dependientes de la información y nos lleva a una sobre exposición constante ante los demás. Sabemos que las redes sociales nos atrapan y nos hacen compararnos con el resto.
Sabemos todo esto, pero no podemos escapar tan fácilmente.
La verdadera ansiedad empieza con un susurro al oído y termina por convertirse en un grito ensordecedor. Y solo nosotros podemos callarlo si escuchamos lo que nos dice.
Pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos ayuda profesional, apoyo familiar y social, y sobre todo, amor propio. Necesitamos desconectar de lo que nos agobia y conectar con lo que nos hace felices. Necesitamos expresar nuestros sentimientos y aceptar nuestros miedos.
La soledad es un asesino silencioso.
Si tu pánico es estar atrapado, quizás debas liberarte de lo que te oprime: ¿Tu trabajo? ¿Tu relación?
¿Tal vez sea el miedo a enfrentarte a una situación difícil?
No hay una fórmula mágica para vencer la ansiedad. Cada persona tiene su propio camino y ritmo. Lo importante es no rendirse ni aislarse.
Construyamos un puente sobre esas aguas turbulentas de la vida.
La ansiedad es el abismo que nos amenaza, pero también es un puente que, si nos atrevemos a cruzarlo, tal vez nos conduzca a una vida mejor.
“En la soledad que habito, solo algunos pensamientos llevan conmigo más tiempo que yo mismo.
Son como viejos amigos que me acompañan en el silencio, que me recuerdan quién soy y de dónde vengo”.
López Molina
M.A. López Molina
16/06/2023
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