Un blog de Miguel Ángel López Molina miguel@ylogica.com
“Somos viajeros del tiempo, navegando por el océano de la inteligencia artificial y la conectividad global. Cada ola nos sorprende con nuevas maravillas y desafíos, pero también nos recuerda nuestra fragilidad y temporalidad. Somos solo eslabones fugaces de una cadena que nace de un enigma y se dirige hacia una incógnita. En esta sinfonía de progreso, somos testigos y protagonistas que aportamos nuestro pequeño granito de arena en la gran montaña de la historia de la humanidad”
Miguel A. López
¿No os pasa que creéis vivir en la época más fascinante de la historia?
A mí sí, lo confieso. Me fascina pensar que estamos en un punto realmente álgido de la historia humana, que somos los protagonistas de una aventura sin precedentes llena de creatividad, progreso y conocimiento.
No obstante, entiendo que esto es solo una percepción subjetiva, y reconozco que esto puede ser solo un relato en el que mi ego tiene mucho que ver. Es casi seguro que otras generaciones pensaron lo mismo, y lo más probable es que las futuras también lo crean y seguro que será con más razón.
A pesar de ello, no por eso vamos a negar que vivimos en una época asombrosa para nuestra especie ¿verdad? Los avances que antes llevaban siglos ahora suceden en cuestión de meses, semanas e incluso días. Hemos superado distancias insalvables, la conexión y el conocimiento global están al alcance de nuestras manos gracias a internet, nos hemos vuelto inseparables de nuestros dispositivos móviles y la inteligencia artificial se ha integrado en nuestras vidas sin que apenas lo notemos.
Y es que la Inteligencia Artificial es simplemente increíble. Es alucinante ver cómo un algoritmo puede decir cosas que nos dejan atónitos, a veces sin que sepamos darles una explicación.
Nuestros "compañeros" digitales como ChatGPT, BERT, BING… se han convertido en aliados en todos los aspectos de nuestras vidas, desde curarnos y ligar hasta comprar y trabajar. Las empresas los utilizan para conectarse con los clientes, "resolver" problemas o engancharnos a sus productos. Sus respuestas a veces parecen mágicas.
Lo que más me sorprende es la similitud entre estos algoritmos y nuestro cerebro. Los dos aprenden con números y estadísticas, esa cosa que dábamos de pasada en el cole. Los dos, algoritmos y cerebro, se inventan historias y simplifican la realidad con trucos. El cerebro, al final, trata de adivinar lo que pasa y se monta sus películas, inventándose cosas para dar sentido a lo complejo. Eso es lo que llamamos “sesgo de confirmación”
Los algoritmos, al igual que el cerebro, aprenden, pero también la cagan. Por eso, se están perfeccionando mediante un entrenamiento más extenso, suministrándoles más y más datos. ¿Quién dijo que sería fácil con la inteligencia artificial? ¡Para nada!
La gran pregunta: ¿Qué es lo que sucede cuando comparamos lo que puede hacer nuestro cerebro con lo que puede hacer un algoritmo?
Aunque no sean idénticos, estamos creando algo extraordinario: el aprendizaje de una inteligencia. Estos “pequeños seres” que habitan en la IA podrán ver y realizar cosas que ni siquiera podemos imaginar.
Estos “colegas” digitales no solo transformarán, de hecho ya lo están haciendo, la forma en como trabajamos, sino también la manera en cómo percibimos el mundo.
De momento… ¡A seguir alucinando en este mundo moderno! ¡Tiempo asombroso, colegas! Como dijo nuestro genio, don Miguel, ¡cosas veredes, Sancho!
¿Quizá sea cierto que estemos en el momento más interesante de la humanidad? No lo sé, tal vez, pero al menos me complace pensarlo. Es mi sesgo personal, ya sabéis.
Miguel A. López Molina
02/02/2024
Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.
Antonio Machado
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