Un blog de Miguel Ángel López Molina miguel@ylogica.com
"En un mundo donde la abundancia de la nada será la nueva forma de riqueza, el único lujo que nos quedará será fingir que somos libres y felices."
Miguel A. López
Tal vez sea cosa mía, pero llevo tiempo observando cómo todo se va desmoronando con una elegancia aterradora. No es un desplome dramático como el de las torres gemelas, sino una erosión lenta, casi sensual, que nos carcome a diario. Y aquí estamos, mudos y dóciles, cocinándonos a fuego lento en esta pócima de apatía que nos sume en un estado de duermevela, sintiendo el desgaste pero sin mover un dedo.
Las listas de espera en la seguridad social son una broma de mal gusto. Primero te prometen unos días, luego unos meses, y finalmente te aplazan la cita hasta el infinito. ¡Eres demasiado viejo para la sanidad pública, maldito egoísta! Mientras tanto, te planteas pagar una mutua para seguir respirando. ¿Qué otra opción hay?
La inseguridad se dispara, la inmigración está descontrolada y el sistema educativo se desmorona. Primero se cargan las mates, luego la ortografía, y por último, se cuestionan las leyes de la naturaleza. ¡Objetivo cumplido! Ahora tenemos adolescentes sin comprensión lectora ni sentido crítico, perfectos zombis listos para ser manipulados.
Tu salario se devalúa mientras inventan impuestos absurdos para mantener el sistema a flote. El último es el intergeneracional, ese que se come tu nómina para garantizarme a mí una pensión. Y mientras tanto, millones se despilfarran en chiringuitos de dudosa utilidad. Sin trabajo ni futuro, dependes de la limosna estatal. Te recortan la pensión con la inflación, y finalmente mueres esperando una operación.
Y te preguntas, ¿por qué? "Te levantaste temprano para prosperar, pagaste tus impuestos, educaste a tus hijos lo mejor que pudiste. Y ahora, en el último suspiro, te sientes apuñalado por el monstruo burocrático del Estado, ese mismo al que nutriste con tu esfuerzo".
Cumpliste tu parte del trato, confiando ingenuamente en que el sistema haría lo mismo. Pero no, al final del camino, descubres que los engranajes de esta maquinaria que están lubricados con tu sudor, lágrimas y frustraciones, solo funcionan para algunos. Has sido un peón en su tablero, movido a su antojo, sin ninguna consideración por tus sacrificios.
Quizás aún haya tiempo para cambiar el guion y recuperar algo de la dignidad que nos han robado. La verdadera traición sería dejar que el mundo se consuma en silencio, sin al menos intentar gritar. Porque permitir que esta farsa continúe sin resistencia es el mayor insulto a nuestra existencia.
Miguel Ángel López Molina
04/10/2024
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