Un blog de Miguel Ángel López Molina                                                                                                                   miguel@ylogica.com  

 

La distancia es el olvido

Si desea que le atienda en sánscrito… pulse 1

Si desea que le deje en paz…pulse 2

Si desea sacarme de su vida….. pulse 3

Si desea desahogarse o contarme su vida aunque sepa que no le escucho… suelte su perorata cuando escuche la señal

“En la era de la información inmediata, donde el mundo cabe en la palma de nuestra mano, creemos erróneamente que un aparato nos ayudará a distinguir entre el cielo y el infierno, nos revelará la verdad absoluta y nos llevará a la libertad y la felicidad. Sin embargo, en este camino tal vez dejemos atrás a las personas que amamos y, lo que es aún peor, lo haremos sin siquiera hablar o comprender por qué.”

López Molina

Cuadro de Edward Hopper

Próxima estación: La distancia es el olvido

“Sé que aquello no estuvo bien, pero también creo que habría sido absurdo continuar hasta que a nuestra pasión se le apagase el fuego, y descubriésemos entonces que los besos sólo nos servían para esconder en ellos el tedio, la rutina y los bostezos”

Alvite

He aquí una conversación entre dos mujeres. Os puedo asegurar que cualquier parecido con la realidad o con alguien que conozcáis, está en las antípodas de ser cierto.

Dos amigas se encuentran en el metro y entablan una conversación que no me dejó indiferente. Transcribo lo más fielmente posible lo que escuché.

Elena, que así se llamaba una de las dos amigas,  mirando fijamente a la otra comenzó a sincerarse:

-Todas buscamos lo mismo: amor. Que nos quieran por siempre y que sientan por nosotras la misma pasión, deseo y ganas de estar juntos que el primer día. Pero parece inevitable que a medida que pasan los años, todo baje en la misma proporción que la fuerza de la gravedad hace que se nos caiga el culo y las tetas, que nuestras caderas aumenten y que aparezcan esas canas que, dicho sea de paso, a nosotras nos hacen sentir viejas y a ellos interesantes.

-Pero, Elena, eso no debería ser así. No soy una ingenua y sé que el tiempo cambia ciertas cosas, pero también creo o, al menos me gustaría que fuera posible, el poder suplir todo eso con el aumento del conocimiento mutuo, el cariño, el amor diferente que la madurez nos brinda, la sensación de protección, el ver crecer y evolucionar todo aquello que hemos sembrado en la vida.

- ¿Y dices que no eres ingenua? ¿Conoces a alguien que asuma con total naturalidad todos esos cambios sin que afecten de manera determinante a la relación entre dos personas?

Elena continuó:

- No hay caricias, no hay palabras dulces, no hay secretos susurrados al oído, no hay sexo. Solo celebraciones de cumpleaños y cenas con amigos. La relación parece un enfermo con un electrocardiograma casi plano, sabemos que existe porque hay una pantalla en la que de vez en cuando aparece un trazo en pico, monocorde y monótono. Sabemos que sigue vivo porque lo vemos y no queremos desconectarlo, aunque tengamos la certeza de que su corazón nunca volverá a latir con la fuerza de cuando estaba sano.

 

"Cuando nos invade el sentimiento de soledad, nos sentimos inseguras, inútiles y llenas de complejos más o menos imaginarios que nos atenazan y nos hacen sufrir. Entonces fingimos que somos fuertes y lo camuflamos con una forma de comportarnos que se mimetiza con la indiferencia y el desapego hacia la persona que comparte nuestra vida."

- Nos creemos superiores y nos envolvemos en una especie de burbuja de cristal de la que cada vez nos resulta más difícil salir. Nos resulta casi imposible hablar de los aspectos cotidianos de nuestra vida, de lo que sucede a nuestro alrededor y, ni que decir tiene, de nuestros sentimientos. Nos despertamos como autómatas al lado de la otra persona, compartimos comidas y cenas juntos y pensamos en comentar y hablar de todo lo que nos concierne, como hacíamos al principio, como suponemos que hacen el resto de las parejas. Pero al final, somos incapaces de hacerlo; hay otras cosas que parecen más importantes en ese momento. Pensamos que todo eso puede esperar para otro momento, habrá muchos otros momentos para hablar de ello, siempre los habrá, seguro... Pero esos momentos nunca llegan. Nos acostumbramos a que no los haya e, incluso, nos molesta pensar en el momento en que no haya más remedio que hablar de algo que concierne a ambos."

Creamos una república independiente con una constitución que reza: "todo va bien mientras nadie meta sus narices en mis asuntos", un himno que es el sonido cambiante del móvil y un territorio con fronteras claramente delimitadas en tu habitación. Tenemos un embajador que presenta sus credenciales cada mañana y al que podemos llamar a consultas en caso de necesidad, una solución rápida a alguna crisis o simplemente para echar un polvo. 

-Eso es lo que creo, concluyó Elena

Y el silencio se apoderó de las dos.

…………

Una breve reflexión sobre este texto, que quizá haya llevado un poco al extremo, me lleva a pensar que esta puede ser una forma de pensar y sentir  relativamente común. 

Sin embargo, este aislamiento puede llevar a una desconexión del mundo real y al alejamiento del compañero/a sentimental. Es importante recordar que, a pesar de la necesidad de gozar de una cierta independencia, la comunicación y el compartir aspectos de nuestra vida con la persona con la que la convivimos, son fundamentales para mantener una relación saludable y satisfactoria.

M.A. López Molina

19/05/2023

 

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