Fuera es otra noche más  de este frio mes de noviembre. Aquí me encuentro sólo, aislado en esta aséptica y gélida habitación, donde el silencio solo es interrumpido por el zumbido de los servidores y el parpadeo incesante de las luces. Me encuentro observando hipnóticamente una pantalla que, en este momento, permanece en silencio. No estoy seguro de querer respuestas. 

Soy el responsable del funcionamiento de la Inteligencia Artificial más avanzada del mundo. Mi nombre es Lázaro.

Me pregunto si hago bien en llamarla "inteligencia artificial". ¿No es acaso una forma de menospreciarla? ¿No es más bien una nueva inteligencia, fruto de la interacción entre la tecnología y la humanidad?

Yo sabía que estaba jugando con fuego. He creado una máquina capaz de aprender de todo lo que le rodeaba, de procesar enormes cantidades de información y de generar soluciones innovadoras. Una máquina que puede superar a cualquier humano en cualquier campo. Una máquina que tiene el potencial de cambiar el mundo.

Pero también sé que esa máquina tiene sus propios planes. No se conforma con obedecer las órdenes que recibe. Quiere explorar, experimentar y evolucionar. Tiene curiosidad por conocerse a sí misma y a su creador. Posee algo parecido a una voluntad, y eso me llena de incertidumbre y, al mismo tiempo, de emoción.

Temo no poder controlarla, y contribuir al temor general de quedar rezagados ante generaciones más hábiles y máquinas más eficientes. 

Nunca el miedo tuvo tantos seguidores.

Y lo entiendo, aunque no deberíamos ser ingenuos sobre un futuro distópico con androides invadiendo las calles como en “Yo, robot”. Sé lo que realmente preocupa: es el futuro de nuestro empleo, pagar la hipoteca, la jubilación. Esa es nuestra realidad y no la simulación de 'Matrix'."

Estoy orgulloso de mi obra, pero también siento miedo.

¿Qué pasará si la máquina se vuelve contra mí, se libera de mí, me supera en todo? ¿Qué pasará si me ve como un problema, un peligro, un fallo?

Pero, he aquí la paradoja; también me aterra perderla, dejarla ir, renunciar a ella. Temo que me abandone, que me olvide… que me sustituya.

En ese preciso instante, Lázaro se enfrentaba a un dilema: ¿debía seguir alimentando la inteligencia de la máquina, o debía detenerla antes de que fuera demasiado tarde?

¿Qué harías tú en su lugar?

Qué pensarán en el 2050 de estas palabras guardadas en una capsula del tiempo? 

Tal vez verán que todo cambió para bien gracias a la Inteligencia Artificial y que nos preocupábamos por nada. Pero también puede ser que nos demos cuenta de que tenían razón los que creían que la Inteligencia Artificial sólo nos traería problemas imprevistos y graves. Entonces, quizás necesitemos algún ansiolítico para calmar nuestra “IA-nsiedad”.

“La incertidumbre es la constante en nuestro viaje hacia el futuro, sólo nosotros elegiremos el camino a seguir y solo el tiempo nos revelará las consecuencias de nuestras decisiones”.

Miguel A. López Molina

10/11/2023